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Los inmuebles de bancos y cajas se deprecian 1.500 millones al año

La banca española sigue absorbiendo el impacto de la crisis inmobiliaria, un mercado sin visos de recuperación tras cuatro años de ajuste. Las inmobiliarias de cabecera de las principales entidades financieras perdieron el pasado año 1.539 millones de euros en conjunto. No son números rojos reales, es decir, la diferencia entre lo que la entidad ha pagado por el inmueble y lo que ha obtenido con su venta. La mayor parte de estas pérdidas son apuntes contables que reflejan la depreciación de los inmuebles y el esfuerzo en provisiones realizado para cubrirla. La fuerte exigencia de dotaciones es una de las principales facturas que debe pagar el sector. Bancos y cajas acumulan inmuebles por 70.000 millones como consecuencia de los impagos de empresas y familias. Representan en torno al 2% de su activo consolidado. Para cubrir su deterioro, el sector ya ha provisionado 17.000 millones, el equivalente a los beneficios del último año.
Es una hucha insuficiente. La reforma aprobada por el Banco de España el pasado año fija una cobertura del 30% del valor del activo transcurridos dos años de su entrada en balance. Aunque este porcentaje ya se ha alcanzado e incluso superado en muchos casos. Una parte relevante de los inmuebles (fundamentalmente, el suelo) va a permanecer en balance durante largo tiempo y hay que cubrir el riesgo de mayores depreciaciones. “Hay inmuebles que tardarán en venderse hasta una década”, coinciden distintas entidades. A la factura en provisiones se suma el alto coste en capital. A efectos del cálculo de las ratio de solvencia, los inmuebles adjudicados o adquiridos tienen una ponderación de riesgo del 150%, la misma que los créditos morosos. Considerando una exigencia mínima de capital principal del 8% de los activos por riesgo, el consumo de recursos de la cartera de inmuebles se acerca a 8.500 millones. Bancos y cajas tienen 170.000 millones de fondos de máxima calidad. En la práctica, por tanto, el sector tiene hipotecado el 5% de su capital en sostener un emporio inmobiliario que no aporta ningún retorno.  
El impacto en la rentabilidad es, precisamente, otra de las grandes derivadas de la crisis inmobiliaria. “Los activos inmobiliarios están lastrando la rentabilidad y en el futuro van a seguir afectando al ROE (rentabilidad sobre fondos propios) y ROA (rentabilidad sobre activos)”, remarcan en el sector. El ROE de la banca ha caído en un año del 9% al 7,9%. La rentabilidad del activo ha mermado en 7 puntos básicos, hasta el 0,47%, según el Banco de España. Las provisiones por inmuebles son clave en este recorte, junto a las dotaciones por créditos y la caída del margen de intereses. A la hora de soltar lastre, la estrategia es clara: “si puedes vender el inmueble a precios adecuados, se vende. Pero si hay activos que pueden generar más valor en el futuro, se aguantan y mientras tanto, se intentan rentabilizar a través de un parque de alquiler”, dicen fuentes del sector.   

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Fuente:Expansión


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