La reforma financiera nace con vocación de ser la definitiva y conseguir, al margen del saneamiento del sector, que de verdad vuelva a fluir el crédito porque, de lo contrario, coinciden los expertos, muy pocas cosas cambiarán en el mercado inmobiliario. Si bien es cierto que el porcentaje de demanda solvente ha caído en picado por el recrudecimiento de la crisis y el aumento del paro, lo cierto es que continúa existiendo interés por adquirir viviendas a la espera de una mejora de las condiciones de financiación. Las ventas retrocedieron en marzo un 22,7% respecto al mismo mes de 2011 hasta sumar apenas 25.464 transacciones, por lo que encadenan ya 13 meses a la baja.
En cuanto a los precios, se comenta que se tome la estadística que se tome, todas, públicas y privadas, reflejan que los descuentos cada vez son mayores, en especial en aquellas zonas donde se acumula más stock sin vender. En términos acumulados desde que los pisos alcanzaron sus precios máximos, finales de 2007, las casas cuestan hoy de media casi un 30% menos que entonces. Ese es el promedio, pero es que existen poblaciones donde los inmuebles se han depreciado más del 40% en los últimos cuatro años. Con precios y ventas bajo mínimos y un excedente de casi 700.000 viviendas es lógico asistir a caídas en la producción estratosféricas. Valga como muestra pensar que mientras que en 2006 se alcanzó la mítica cifra de más de 900.000 viviendas iniciadas, el año pasado no se llegó ni a 100.000. El Ejecutivo ultima un plan de incentivos a la rehabilitación capaz de compensar la sangría en el empleo que continúa provocando esta parálisis de la edificación.
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Fuente: Cinco Días